Que cansado estoy. Apenas si tengo fuerza para abrir los ojos, pero un dolor en la cabeza me estremece y vuelvo a cerrarlos instintivamente con fuerza.
Creo que vuelvo a despertar. Ahora con un poco más de conciencia aunque el dolor de la cabeza (que no logro localizar con exactitud) no me permite pensar. Tal vez, supongo, no quiero pensar. No quiero enfrentar la realidad y asumir que me encuentro en una situación crítica y que mi vida no esta en mis manos.
Ahora abro los ojos con decisión, pero no veo nada. Los mantengo abiertos por unos segundos para ver aunque sea, el menor reflejo de luz, pero no veo nada. La obscuridad es total. Una puntada en algún lugar de la cabeza me distrae otra vez. Me retuerzo de dolor. Estoy en el piso, es frío, pero no se donde estoy. El pánico se apodera de mí y trato de gritar. Una mordaza de miedo impide que salga sonido alguno de mi boca. Se me acelera la respiración. Me siento confundido. Me obligo a tranquilizarme, balbuceo unas palabras de prueba. Por un instante creí estar mudo. Ahora sí. Voy a gritar. Pido auxilio. Insulto y suplico por mi libertad a alguien que supongo (o deseo suponer) escuche mis alaridos. Nadie responde. No hay nadie. Estoy solo, y solo, escucho los latidos de mi corazón.
No recuerdo en que momento me di cuenta de que estaba atado de pies y manos. Creo que lo supe casi todo el tiempo. Lo habré advertido cuando quise llevarme las manos a la cabeza a causa del dolor (ese instinto que tenemos los humanos de tocarnos donde nos duele).
Esto está mal. Estoy secuestrado. Pero yo no tengo dinero para rescate ni para nada. Me levanto todos los días para trabajar. Esto no tiene sentido, o tal vez sí, pero no lo veo. No estoy metido en nada y no tengo enemigos. ¿Por qué alguien querría capturarme? ¿Sería un loco? ¿Seré yo el loco y esto lo estaré imaginando? Tal vez es solo un sueño.
No sé cuanto tiempo estuve aquí. Me atrevo a decir que aquí no hay tiempo. Jamás creí terminar así, si es que este es mi final. Enfrentando los peores temores de un ser humano. ¿Cómo llegué aquí?
Una vez tuve un sueño. No, era una pesadilla. Soñé que andaba en bicicleta por una ciudad con inmensos edificios y torres. Todo era gris y llovía. No había gente. No se porqué, pero la angustia me invadía en todo momento. Yo recorría esa ciudad de calles y veredas angostas observando lo alto de los edificios y la lluvia acechante. No recuerdo bien, pero creo que desperté llorando.
Siento que la pesadilla que hoy me toca vivir es un reflejo de aquella, pero de ésta aún no despierto y no se si despertaré.
Estoy seguro que el dolor en la cabeza es un golpe, seguramente el que me dieron al capturarme. El dolor sigue siendo un intruso y no me abandona.
De niño quería ser piloto de aviones. Mamá decía que podría lograr todo lo que me propusiera. Hoy no estoy tan seguro de eso.
Siento la espalda mojada. Tengo frío. Tengo un miedo que no había experimentado jamás en mi vida.
Vuelvo a intentar soltarme de las ataduras que me sujetan de pies y de manos, pero solo consigo lastimarme más. Descanso un instante. El piso se mueve. No, en realidad, estoy mareado. Siento un olor denso, desagradable, me da nauseas. Creo saber de donde sale el olor. Espalda mojada, golpe en la cabeza, mareo… Estoy perdiendo sangre. Me estoy desangrando. Mis captores me golpearon, me encerraron y luego me abandonaron para dejarme morir aquí.
Veo el final. Esta ante la obscuridad de mis ojos. Otra vez un mareo, pero ahora mucho mas fuerte que el anterior. La hora se acerca. Tengo que esforzarme por mantenerme consiente. El miedo acelera mi corazón. No paro de sangrar. Otro mareo me invade. Se que es el último. La pesadilla termina y lloro. Lloro de angustia pero también de alegría. Soy libre otra vez.
Creo que vuelvo a despertar. Ahora con un poco más de conciencia aunque el dolor de la cabeza (que no logro localizar con exactitud) no me permite pensar. Tal vez, supongo, no quiero pensar. No quiero enfrentar la realidad y asumir que me encuentro en una situación crítica y que mi vida no esta en mis manos.
Ahora abro los ojos con decisión, pero no veo nada. Los mantengo abiertos por unos segundos para ver aunque sea, el menor reflejo de luz, pero no veo nada. La obscuridad es total. Una puntada en algún lugar de la cabeza me distrae otra vez. Me retuerzo de dolor. Estoy en el piso, es frío, pero no se donde estoy. El pánico se apodera de mí y trato de gritar. Una mordaza de miedo impide que salga sonido alguno de mi boca. Se me acelera la respiración. Me siento confundido. Me obligo a tranquilizarme, balbuceo unas palabras de prueba. Por un instante creí estar mudo. Ahora sí. Voy a gritar. Pido auxilio. Insulto y suplico por mi libertad a alguien que supongo (o deseo suponer) escuche mis alaridos. Nadie responde. No hay nadie. Estoy solo, y solo, escucho los latidos de mi corazón.
No recuerdo en que momento me di cuenta de que estaba atado de pies y manos. Creo que lo supe casi todo el tiempo. Lo habré advertido cuando quise llevarme las manos a la cabeza a causa del dolor (ese instinto que tenemos los humanos de tocarnos donde nos duele).
Esto está mal. Estoy secuestrado. Pero yo no tengo dinero para rescate ni para nada. Me levanto todos los días para trabajar. Esto no tiene sentido, o tal vez sí, pero no lo veo. No estoy metido en nada y no tengo enemigos. ¿Por qué alguien querría capturarme? ¿Sería un loco? ¿Seré yo el loco y esto lo estaré imaginando? Tal vez es solo un sueño.
No sé cuanto tiempo estuve aquí. Me atrevo a decir que aquí no hay tiempo. Jamás creí terminar así, si es que este es mi final. Enfrentando los peores temores de un ser humano. ¿Cómo llegué aquí?
Una vez tuve un sueño. No, era una pesadilla. Soñé que andaba en bicicleta por una ciudad con inmensos edificios y torres. Todo era gris y llovía. No había gente. No se porqué, pero la angustia me invadía en todo momento. Yo recorría esa ciudad de calles y veredas angostas observando lo alto de los edificios y la lluvia acechante. No recuerdo bien, pero creo que desperté llorando.
Siento que la pesadilla que hoy me toca vivir es un reflejo de aquella, pero de ésta aún no despierto y no se si despertaré.
Estoy seguro que el dolor en la cabeza es un golpe, seguramente el que me dieron al capturarme. El dolor sigue siendo un intruso y no me abandona.
De niño quería ser piloto de aviones. Mamá decía que podría lograr todo lo que me propusiera. Hoy no estoy tan seguro de eso.
Siento la espalda mojada. Tengo frío. Tengo un miedo que no había experimentado jamás en mi vida.
Vuelvo a intentar soltarme de las ataduras que me sujetan de pies y de manos, pero solo consigo lastimarme más. Descanso un instante. El piso se mueve. No, en realidad, estoy mareado. Siento un olor denso, desagradable, me da nauseas. Creo saber de donde sale el olor. Espalda mojada, golpe en la cabeza, mareo… Estoy perdiendo sangre. Me estoy desangrando. Mis captores me golpearon, me encerraron y luego me abandonaron para dejarme morir aquí.
Veo el final. Esta ante la obscuridad de mis ojos. Otra vez un mareo, pero ahora mucho mas fuerte que el anterior. La hora se acerca. Tengo que esforzarme por mantenerme consiente. El miedo acelera mi corazón. No paro de sangrar. Otro mareo me invade. Se que es el último. La pesadilla termina y lloro. Lloro de angustia pero también de alegría. Soy libre otra vez.