domingo, 25 de marzo de 2007

Tolerancia ... o Muerte


“Como si la especie velara en el individuo para no dejarlo avanzar demasiado por el camino de la tolerancia, la duda inteligente, el vaivén sentimental.” (Rayuela / Julio Cortazar)

Nada hay que me enorgullezca tanto como mi intolerancia, esa virtud que me mantiene a salvo de terminar en una iglesia evangelista un sábado por la tarde.
Si, es cierto que también me aleja de mucha gente, pero debemos partir de que esa gente seguro me caería mal por tantas cosas que casi es mejor así.
Por qué tolerar?
Por qué permitir que otro me contamine con sus ideas, gustos y pensares?
Desde esta humilde tribuna propongo a todos que dediquemos un ratito del día a pulir esa intolerancia tan nuestra, tan personal, que nos da ese toque tan chick.
Digamos que no se puede ser intolerante porque si, hay que intolerar de acuerdo a una escala de valores, respetando un grado de mesura y siempre dentro de los márgenes de la ley. No vamos a volarle la cabeza al vecino que pone cumbia villera a todo lo que da… aunque no nos falten ganas, pero podemos tratarlo mal en el almacén, hablar mal de él al resto del barrio, llegado el caso arrojarle un tacho de excrementos fermentados por la cabeza el domingo a primera hora de la mañana antes de ir a misa (y aprovechamos la misa para pedir perdón a Dios) ustedes saben, hacerle notar sutilmente que su conducta es digna de repulsa.
Que la nenita del asiento de adelante grita durante el viaje y no nos deja leer, pues fácil, sutilmente, como al pasar, la miramos fijo a los ojos y proferimos un grito desde el fondo de nuestras tripas “¡PODÉS DEJARTE DE JODER, PENDEJA DE MIERDA!????” en el 90% de los casos la niña en cuestión tardará un par de semanas en recuperar el habla. Si el padre decide ofenderse, la situación puede terminar a los golpes en la vereda o en la seccional policial correspondiente.
Insito, nunca debemos perder de vista la relación molestia-respuesta intolerante, lo más adecuado es responder en un grado igual al doble del cuadrado del grado de molestia.
Soy intolerante! Soy único! Soy irrepetible! Y soy un poco pelotudo! Es cierto, pero soy yo y soy así. Y al que no le guste, que se joda.

1 comentario:

Pablo Grisafi dijo...

¿Un poco pelotudo?
A ver si este blog se mantiene en funcionamiento!
Otra ventaja de la intolerancia: nos pone a salvo de las conductas repugnantes de otras civilizaciones, como la circunsición (femenina o masculina), la esclavitud, la monarquía y la televisión italiana, que es francamente inferior a la argentina, y eso es decir mucho ¡Intoleremos a todos por igual!